Manejando tu dinero
Para manejar adecuadamente el dinero en distintas situaciones, es
fundamental comprender la importancia de contar con el mismo cuando se
lo necesita, independientemente de poseer un buen patrimonio. A
continuación, se presentan varios ejemplos que te ayudarán a comprender
la diferencia entre lo económico y financiero.
La situación financiera de una persona hace
referencia al efectivo que dispone en lo inmediato (liquidez) mientras
que la situación económica se refiere al conjunto de bienes que
integran su patrimonio (solvencia).
Entonces, tendrás un problema financiero cuando no te sea posible
disponer del efectivo suficiente para cumplir con una obligación al
momento de su vencimiento. Mientras esta situación tenga un carácter
temporal, no te encontrarás ante un problema económico. Éste tendrá
lugar, si la capacidad de generar ingresos o el valor del conjunto de
bienes que tienes, no te alcanzan para cubrir sus gastos y deudas.
Saber distinguir los aspectos económicos de los financieros, te
permitirá reconocer las distintas situaciones que enfrentarás a lo
largo de tu vida para poder resolverlas de manera adecuada.
Caso práctico manejando tu dinero
Juan y Mariana viven en una linda casa de su propiedad con sus
hijos y tienen un automóvil que utilizan para ir a trabajar.
Adicionalmente, poseen un departamento que están alquilando. La casa,
el departamento y el auto conforman el patrimonio de Juan y Mariana.
Con la renta que obtienen por el departamento pagan la educación
de sus hijos. Este mes el inquilino les avisó que no podrá pagar el
alquiler hasta el mes que viene, por lo que Juan y Mariana enfrentan
serias dificultades para cancelar las cuotas de los colegios.
La vida de una persona va teniendo diferentes necesidades financieras
que varían a lo largo del tiempo. La vida financiera del ser humano se
desarrolla en sucesivas etapas, cada una con características y
necesidades particulares que pueden ser satisfechas por los distintos
productos y servicios financieros existentes en el mercado. ¿Sabes en qué etapa de tu vida financiera te encuentras?
En una primera etapa que se extiende hasta aproximadamente los 18 años,
los gastos son afrontados por los padres o tutores. En este período, la
persona define el conjunto de principios fundamentales que incidirán
en sus decisiones financieras el resto de su vida. La comprensión de la
importancia del ahorro en los primeros años de vida contribuye a generar
una conciencia de administración responsable de las finanzas
personales.
Alrededor de los 19 años y hasta los 30, los
individuos consiguen su primer trabajo y logran su independencia
económica. Los trabajadores comienzan a acceder a servicios bancarios
que le permiten aprovechar diversos instrumentos financieros de ahorro y
de crédito. La persona comienza a conformar su patrimonio adquiriendo
sus primeros bienes importantes (ejemplo: automóvil o departamento). El
ahorro en esta etapa se orienta a constituir un fondo de reserva de
corto plazo, no contando con dinero extra o suficiente para efectuar
inversiones complejas o de riesgo.
La etapa que se inicia a los 31 años y se extiende hasta los 45
se caracteriza por un incremento en los ingresos producto del
crecimiento profesional. Asimismo, se incrementan los gastos,
especialmente los originados en la formación de la familia propia y la
crianza de los hijos. Las inversiones se orientan a conformar el
patrimonio de la familia, adquirir la vivienda (con fondos propios o
financiados con créditos hipotecarios), automóviles y ahorrar para la
educación de los hijos.
Desde los 46 y hasta aproximadamente los 55 años,
los ingresos se encuentran en el tope de una consolidación profesional.
La mayoría de los individuos finalizan la conformación de su
patrimonio básico (terminan de pagar hipotecas), comienzan a adquirir
activos contrayendo poca deuda (o sin ella) y comienzan a pensar en su
retiro. Generalmente en esta etapa, los individuos están dispuestos a
tomar algo más de riesgo y diversifican inversiones.
Entre los 56 y 65 años, los ingresos tienden a
estabilizarse para luego declinar; a su vez los gastos relacionados con
la manutención y educación de sus hijos disminuyen. Las personas
consumen algunos productos de lujo orientados a disfrutar, por ejemplo
adquieren automóviles más caros, dado que ya tienen sus necesidades
básicas cubiertas. La cartera de inversiones en esta etapa tiende a
aumentar, producto de un menor nivel de gastos y de un deseo de
incrementar el stock de dinero para el futuro.
La etapa que comienza a los 65 años se caracteriza
por la disminución de los ingresos. El nivel de consumo dependerá del
ahorro pasado y de la renta de las inversiones efectuadas. Asimismo,
los instrumentos financieros al alcance disminuyen, por ejemplo se
dificulta el acceso al crédito. En esta etapa las inversiones serán
conservadoras orientadas a obtener una rentabilidad moderada,
resguardando el capital invertido. Adicionalmente se tiene en cuenta la
liquidez de las mismas para hacer frente a gastos imprevistos. El
consumo está orientado a disfrutar.
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